La vitamina D presenta un efecto hormonal más allá de su función como regulador del metabolismo óseo, y poco a poco se ha ido concediendo a la vitamina D un papel relevante en la fisiología humana en general.
Si bien las funciones endocrinas de la vitamina D relacionadas con el metabolismo óseo y la homeóstasis de iones minerales se han estudiado ampliamente, la evidencia epidemiológica sólida también sugiere una estrecha asociación entre la deficiencia de vitamina D y la mayoría de los factores de riesgo cardiovascular como la hipertensión arterial, la diabetes mellitus y la dislipemia
Existe mucha evidencia que relaciona la deficiencia de vitamina D con las enfermedades cardiovasculares, aunque la causalidad de esta relación aún no se ha establecido.
La acción de la vitamina D está implicada en la regulación de la función endotelial, del músculo liso vascular y de las células cardíacas, el sistema renina-angiotensina, las vías inflamatorias y fibróticas, y la respuesta inmune.
El fracaso de la activación cardiovascular del VDR produce hipertensión, aterosclerosis acelerada y calcificación vascular, hipertrofia cardíaca con rarificación y fibrosis vascular y disfunción renal progresiva.
Pero pese a ello un reciente meta análisis que incluyo a 83.000 individuos de 21 ensayos clínicos aleatorizados no demostró el beneficio de suplementos de Vitamina D en la reducción del riesgo de presentar una enfermedad cardiovascular, aunque la proporción de individuos con bajos niveles de vitamina D era escaso
En la actualidad, podemos concluir que la deficiencia de vitamina D es un factor de riesgo cardiovascular independiente, pero si la suplementación con vitamina D puede mejorar significativamente los resultados cardiovasculares sigue siendo en gran parte desconocido.
Todavía se necesitan más estudios clínicos para garantizar que la corrección de la deficiencia de vitamina D puede contribuir a la prevención de la enfermedad cardiovascular.